Los Secretos de Dios Para una Salud óptima

(Adaptado por www.vidacristiana.com)
Usted no tiene por qué vivir constantemente enfermo. Si sigue los principios de Dios sobre dieta y salud, usted gozará una vida abundante.
La Biblia nos dice que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y que debemos glorificar a Dios con él tanto como con nuestro espíritu (ver 1 Co 6:19-20). Sin embargo, muchos cristianos no consideran que esto sea un mandato de la Escritura. Sus cuerpos, en vez de ser lugares adecuados y que están en forma para que Dios more —como un templo físico debería ser— tienen sobrepeso, están fuera de forma y cargados de enfermedades. De esa manera, tienen obstáculos para lograr todo lo que Dios concibió para ellos.
Mi propósito es cambiar este panorama mostrando a los creyentes cómo pueden llegar a ser fuertes, saludables, resistentes a las enfermedades, con apariencia juvenil, ojos brillantes y mejor aspecto. No es difícil desarrollar un estilo de vida constantemente saludable y librarse de una vez por todas de la mala salud, los malos hábitos y las enfermedades. Todo lo que usted necesita es cierta información básica sobre su cuerpo y cómo funciona, y comprender los siete pilares de la salud.
Pilar 1: Agua
“A todos los sedientos: Venid a las aguas” (Isaías 55:1).
Comienzo el estudio de los siete pilares de la salud con el agua, porque es el aspecto más fundamental de la salud. El agua es el nutriente individual más importante del cuer­po. Participa en cada función de nuestro cuer­po. Usted puede vivir de cinco a siete semanas sin ingerir alimento, pero el adulto promedio no durar más de cinco días sin tomar agua.
En mi práctica médica, veo continuamente personas cuyos cuer­pos están privados de agua pura y natu­ral. Suelen sufrir dolores de cabeza, dolor de espalda, artritis, problemas de la piel, problemas digestivos y otras dolencias. Cuando reciben mi consejo y comienzan a beber agua, esos síntomas se van. Si esto suena como una cura milagrosa ¡es porque lo es! Dios nos creó para que nuestro vivir dependiera del agua.
Al beber suficiente cantidad de la clase apropiada de agua (como la filtrada o pura de manantial embotellada en recipientes de vidrio o plástico biodegradable) ¡estará tomando la mejor decisión por el bien de su salud!
Para determinar cuánta agua necesita su cuerpo, tome su peso corporal (en libras) y divídalo entre dos. Esa es la cantidad de onzas de agua que usted necesita cada día. No puede consumirla toda en forma líquida, pero con sólo comer abundante cantidad de frutas y vege­tales estará tomando un cuarto de galón (0.94 litros) por día.
Aquí les expongo un típico programa de consumo saludable de agua para todo el que desea buena salud:
Comience con un vaso de 8 onzas (0.25 lt) media hora antes del desayuno. Si usualmente bebe jugo, café o té para el desayuno, no es necesario que los elimine. Limite el café a una o dos tazas por día si puede, porque las bebidas con cafeína tienden a robar agua de su cuerpo. El té orgánico, verde o negro, tiene sólo una pequeña cantidad de cafeína, 30 y 50 mg por porción de 8 onzas (250 gr), res­pectivamente. Así que usted puede tomar algunas tazas al día, pero no tarde en la noche, porque podría interferir con su sueño.
Un par de horas después del desayuno, beba otro vaso de agua de 8 a 16 onzas (0.25 a 0.50 lt). Cerca de la hora de almorzar, repita la ración de agua del desayuno. Si su meta es perder peso, trate de tomar de 16 a 24 onzas de agua (de 0.50 a 0.75 litro) antes de su comida principal, para así tener una sensación de “llenura” y disminuir su apetito.
Dos horas después de almorzar, beba otro vaso de agua de entre 8 y 16 onzas (0.25 y 0.50 lt). Y luego, 30 minutos antes de su merienda, beba el siguiente vaso. Finalmente, dos horas antes de cenar, beba otro vaso de 8 onzas (0.25 lt), y otro antes de irse a dormir, a menos que usted tenga una hernia de hiato, padezca de reflujo o próstata agrandada. En esos casos, no beba nada después de cenar.
Pilar 2: Sueño y descanso
“Pues que a su amado dará Dios el sueño” (Salmo 127:2).
Cada noche, mientras duerme, su cuerpo se desconecta y se repara a sí mismo. Su sistema inmune se recarga. Sus órganos mayores se restauran. Las células viejas se reemplazan por nuevas. Su mente se relaja, ordena sus pensa­mientos y crea un estado mental saludable. Muchos viven en un estado de deshidratación, sin saberlo, y al borde del colapso mental y físico por falta de sueño. Escucho de los pacientes que vienen a mi consulta decir: “Estoy cansado”. Éstos se desploman en sus sillas, y se escudriñan bajo el peso de la fatiga.
Dios nos dio una promesa de sueño profundo, restaurador. Él nos dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28, NVI). El sueño y el descanso son importantes para gozar de buena salud.
El sueño regula la liberación de hormonas importantes. Cuando duerme, la hormona del crecimiento se segrega. Si no duer­me lo suficiente, la función de esta hormona se perturba. La leptina, otra hormona, se segrega durante el sueño e influye directamente en el apetito y el control del peso. Quien no tiene esta hormona reguladora, suele tener un apetito desmedido.
El sueño lentifica el proceso de envejecimiento. Algunos dicen que este es uno de los “secretos” para evitar arrugarse. Cuán bien duerme una persona vaticina cuán larga será su vida.
El sueño estimula el sistema inmune. Quien duer­me nueve horas tiene más actividad de “células asesinas naturales (NK)”, las que destruyen virus, bacterias y células cancerosas.
El sueño estimula la función cerebral. Un estudio muestra que la privación de sueño puede reducir a corto plazo la actividad cerebral relacionada con el estado de vigilia y el rendimiento cognitivo.
El sueño reduce los niveles de cortisol. El estrés excesivo eleva los niveles de cortisol, rompe el equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro, y causa que esté más irritable y predispuesto a la depresión y la ansiedad.
El buen sueño es uno de los mejores “principios de salud” que usted tiene a su alcance. No dormir degrada y hasta arruina su salud. El resultado de la privación de sueño ha sido conectado con problemas de salud como la obesidad, la presión sanguínea alta, el humor y la conducta negativos, el descenso en la productividad y riesgo de accidentes en el hogar, el trabajo y la calle.
Pilar 3: Alimentos vivos
“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Génesis 1:29).
Comer los alimentos equivocados acarrea las maldiciones de una mala salud. Los alimentos vivos fueron creados para nuestro consumo. Exis­ten en un estado silvestre o casi silvestre e incluyen las frutas, los vegetales, los granos, y las semillas y nueces. Están bellamente empacados en envolturas divinamente creadas llamadas pieles y cáscaras. Lucen robustos, saludables y con vida. No contienen aditivos químicos ni han sido alterados. Son cosechados, cortados, germinados y exprimidos, no procesados ni empacados.
Los alimentos muertos son lo opuesto. Hay ali­mentos vivos que cayeron en las manos humanas y han sido alterados de todas las maneras imagina­bles para que lleguen a tener una larga vida en los estantes y ser tan adictivos como sea posible. Las grasas llamadas aceites “hidrogenados” o “parcialmente hidrogenados” son un ingredien­te común de la dieta de hoy, y están presentes en la mayo­ría de los alimentos procesados desde galletas y productos de repostería hasta panes.
Cuando se come alimentos vivos, las enzimas en su estado puro interactúan con sus enzimas digestivas. Los otros ingredientes naturales que Dios puso en ellos —vitaminas, minerales, fitonutrientes, antioxidantes, fibras— circulan por su organismo en su estado natural. Éstos fueron creados para los sistemas digestivo y circulatorio.
Los alimentos muertos golpean el cuerpo como intrusos. Forman membranas en las células, se almacenan como grasas y forman placa en las arterias. Si quiere ser una persona saludable, vibrante y energética, tome seriamente su dieta.
Pilar 4: Ejercicio
“Porque el ejercicio corporal para un poco es provechoso” (1 Timoteo 4:8).
Para muchos, el ejercicio es la parte más difícil de una vida saludable. El cuerpo está dise­ñado para moverse. Necesita agua, descanso, alimento y ejercicio para funcionar sin ningún contratiempo.
Mucha gente está enferma hoy día porque no ha “agitado las aguas” de su cuer­po con acción. El ejercicio ayuda a prevenir el cáncer, los infartos al corazón y las enfermedades coronarias; baja el estrés; promueve la pérdida de peso; disminuye el apetito; puede ayudar a prevenir la diabetes y a controlar el azúcar en la sangre de los diabéticos; lentifica el proceso de envejecimiento; tonifica sus músculos; mejora la digestión y ayuda al descanso reparador; energiza su mente; reduce la depresión; mejora la memoria en cuanto a retención y tiempo de reacción; e incrementa la capacidad pulmonar.
Caminar enérgicamente es uno de los mejores ejercicios aeróbicos que recomiendo, y es prácticamente gratis. Puede triplicar la cantidad normal de oxígeno que usted obtendría de otra forma. Cómprese un buen par de zapatos para caminar, así no se lastimará los pies, y busque una superficie blanda donde pueda caminar sin lesionar sus articulaciones. Camine lo suficientemente lento como para poder hablar, pero lo suficientemente rápido como para no poder cantar. Mantenga un ritmo constante sin detenerse.
El ejercicio aeróbico como la caminata es muy bueno para el corazón y los pulmones, pero también es importante fortale­cer los huesos y músculos con ejercicios anaeróbicos, que tonifiquen los músculos. La ejercitación con las pesas y la calistenia son el modo más eficaz de hacer esto.
Antes de iniciar un programa de ejercicios, pídale a su doctor que le haga un examen médico. Hágase un electrocardiograma y controle su presión para asegurarse de tener un corazón saludable.
Pilar 5: Desintoxicación
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16-17).
Todos tenemos toxinas almacenadas en el cuerpo. Se acumulan permanentemente. El cuerpo posee sistemas para administrar los desechos, pero pueden llegar a quedar anegados por los contaminantes. Cuando eso sucede, su cuerpo se intoxica.
Estoy convencido de que la toxicidad no puede evitarse. Vivimos en un mundo tóxico. Desde el momento de la concepción, un niño se expone a una plétora de toxinas en su entorno. Las toxinas entran al cuerpo a través del aire que respiramos, los alimentos que comemos, el agua que bebemos y por contacto directo con la piel. Muchos de los alimentos que se nos proveen, están contaminados con pesticidas, herbicidas, parásitos y sustancias químicas.
Afortunadamente, hay un recurso: la desintoxicación. Hay cosas sencillas que usted puede hacer para comenzar a liberar su cuerpo de toxinas y ayudar a sus sistemas de administración de desperdicios.
El primer paso es beber mucha agua pura, filtrada. Su cuerpo necesita —como mínimo— dos cuartos de galón (dos litros) de agua por día. Otros pasos incluyen:
Comer alimentos verdes y tomar suplementos nutricionales específicos para proteger la salud de su hígado (el mayor órgano de desintoxicación del cuerpo)
Comer abundante fibra: de 25 a 30 gramos por día
Comer alimentos vivos, orgánicos (libres de químicos)
Transpirar, cepillar su piel y usar la terapia sauna
Limpiar el aire de su casa con purificadores de aire y plantas vivas
Ayunar usando jugos frescos de frutas y vegetales orgánicos
Pilar 6: Suplementos
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; …y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1,3).
En 2002, el Journal of the American Medical Association (Diario de la Asocia­ción Médica de Estados Unidos), la publi­cación médica líder de Estados Unidos, impactó a la comunidad médica cuando publicó un estudio que recomendaba que todos los adultos tomaran un suplemento multivitamínico para prevenir enfermedades crónicas. Durante décadas, la mayo­ría de la clase médica había insistido en que las multivitaminas no eran nece­sarias, que la gente obtenía todas las vitaminas y minerales que necesitaba de los alimentos que comía. Algunos doctores dicen que lo único que las multivitaminas le dan a la gente es “orina costosa”.
Las conclusiones de los autores iban directamente en contra de la sabiduría médica convencional. Ello revisaron unos estudios sobre las relaciones entre el consumo de vitaminas y varias enfermedades publicados entre 1966 y 2002, y concluyeron que cuando la gente no toma las vitaminas suficientes, aumenta el riesgo de padecer una variedad de enfermedades crónicas, incluidas enfermedades del corazón y cáncer. Lo más apropiado era que todos los adultos tomaran suplementos nutricionales.
La comunidad médica quedó atónita ante este estudio, pero la tendencia contra las multivitaminas y suplementos siguió tan fuerte que algunos doctores no los recomiendan. Lamentablemente, esos doctores no se dan cuenta de la extensión de las deficiencias vitamínicas y los problemas que crean a la salud.
En un mundo perfecto, el cuerpo humano podría tomar de los alimentos todos los nutrien­tes que necesita. Las vitaminas y minerales que nuestro cuerpo necesita para desarro­llarse, provendrían de los alimentos que comiéramos. Sin embargo, los alimentos procesados han sido privados de mucho de su contenido de nutrientes. La cocción y el almacenamiento también hacen que los alimentos pierdan nutrientes. Y el ambiente tóxico de los alimentos, el agua, el aire y nuestro estilo de vida estresantes incrementan nuestro requerimiento de nutrientes. Aunque comamos los frutos y vegetales ade­cuados, los nutrientes que contengan han decrecido por el empobrecimiento de los suelos. Comience con un multivitamínico que sea amplio, integral y tenga al menos el 100 por ciento del valor diario (VD) o referencia de entrada diaria (RDI) de las 13 vitaminas y de 17 a 22 minerales. Añada antioxidantes adicionales en forma de polvo fitonutriente que tenga una combinación variada de frutas y vegetales orgánicos. Además, tome de ½ a 1 cucharadita de té (o 2 cápsulas) de grasas omega-3, dos o tres veces al día. Recuerde que los suplementos no son su fuente primaria de nutrición. Son precisamente lo que su nombre sugiere: suplementos de una dieta saludable. Pilar 7: Sobrellevar el estrés “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:34). El estrés bueno —como el que acompaña a una boda o un ascenso— es saludable. El estrés inicia la reacción natural del cuerpo ante una amenaza o lo que percibe como amenaza. Eso causa una súbita libe­ración de adrenalina y otras hormonas que hace que la presión de sangre suba, el corazón lata con fuerza y los pulmones tomen más aire. Las hormonas del estrés le dan fuerza y agudeza mental extra sólo por unos minutos. Sin embargo, cuando la respuesta al estrés ocurre con mucha frecuencia o dura un largo término, las hormonas del estrés que hubieran hecho que usted salvara su vida, comienzan a causarle daño. Lo pueden llevar a sentirse de­primido y hambriento, disminuir su interés sexual y predisponerlo a la obesidad, la diabetes tipo 2, el colesterol alto, la hipertensión y toda clase de enfermedades. Las mismas hormonas que salvan su vida en una emergencia pueden destruir su salud. En 2005, el Wall Street Journal dedicó una sección entera a cómo vivir más. El artículo decía: “Cada vez son más los investigadores que observan el estrés, cuánto estrés enfrentamos en nuestra vida y cómo podemos sobrellevarlo, como uno de los factores más significativos para predecir cuán bien vamos a envejecer”. El artículo concluía que el estrés “mata” a la gente tanto o más que los malos hábitos de salud como fumar, beber alcohol y no ejercitarse. Un estudio de la Universidad de Londres mostró que el estrés mental crónico no manejable era un pronosticador de cáncer y enfermedades cardíacas seis veces mayor que el fumar cigarrillos, los altos niveles de colesterol y la elevada presión sanguínea. En un estudio de la Clínica Mayo con gente con enfermedades cardíacas, el estrés psicológico fue el vaticinador más decisivo de eventos cardíacos futuros. El estrés excesivo puede predisponer a la persona a desarrollar cualquier dolencia concebible o agravársela. De forma clara, las enfermedades y dolencias suelen ser las heridas de metralla del estrés. Si usted quiere liberar su vida de enfermedades, debe aprender a identificar y superar el estrés. Practicar las siguientes técnicas lo pondrá en la ruta de la victoria: l Concienciar. Es dejar ir cualquier pensa­miento no relacionado con el momento presente y buscar algo para concentrarse en eso y gozar del momento presente. l Reencuadrar.
Reencuadrar es apren­der a ver el pasado y el futuro con una luz positiva. Reencuadrarse en la Escritura es una poderosa manera de aliviar el estrés. Reemplace los miedos, preocupaciones, fallas, dolores, penas y vergüenza por las promesas de Dios. l Reír. Es un poderoso y natural métodos para ser saludable. Baja los niveles de las hormonas del estrés y sube el de las hormonas del bienestar. Un corazón alegre es su mayor arma contra el estrés. l Perdonar. Aceptar una ofensa es siempre opcional. Cuando a usted lo hie­ran, intencional o no intencionalmente, perdone a la persona que lo hirió y “suéltela”. Si no, sufrirá el daño del estrés producido por retener el enojo y la amargura. l Desarrollar hábitos reductores del estrés. Estos incluyen meditar en la Palabra de Dios, respirar profundamente, extirpar los estresores obvios que haya en su vida, y elegir mantener una actitud positiva

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