AMOR INCONDICIONAL
Por: Belkis Fernandez
Cuando te humillas de corazón, tal como lo hizo Jesús, es porque amas de verdad. Lavar los pies es sinónimo de entrega total e incondicional. Lavar los pies en buen estado, lavar los pies enfermos, o enlodados o polvorientos es un acto de exposición y amor sacrificial. Jesús lava los pies como ejemplo de su amor incondicional y aun teniendo la oportunidad de haberse distraído, no lo hizo, sino que se enfocó en servir como una muestra de darle la oportunidad para que procedan al arrepentimiento, aun de alguien que su corazón ya lo tenía dañado, como fue Judas Iscariote. No todos estaban limpios espiritualmente. Practiquemos el amor incondicional, aun en los escenarios más desafiantes que podamos estar enfrentando. ¿Podemos amar hasta el final? Pedro no comprendió que Jesús ejerciera el trabajo de un esclavo, pero la ignorancia no nos exime de amar de manera sacrificial.
Jesús se puso de rodillas para que nadie maltrate a nadie, para que la dignidad del ser humano sea restaurada. ¿A quién puedes buscar esta semana y lavarle los pies? ¿Estamos dispuestos a ensuciarnos con los pecadores de este mundo y llevarlos a Jesús? Jesús amo a los suyos hasta el fin. Les lavó los pies a sus discípulos a sabiendas de que estaban sucios, llenos de polvo de los recorridos que hacían en el camino y expuestos a cualquier contaminación. ¿Realmente ama a los demás como amo Cristo?
Juan 13:1-8 “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.”