¿NUESTRA BOCA PUEDE ARRUINAR NUESTRA VIDA?
(Proverbios 10:18-21,31-32)
“El que encubre el odio es de labios mentirosos;
Y el que propaga calumnia es necio.
En las muchas palabras no falta pecado;
Más el que refrena sus labios es prudente.
Plata escogida es la lengua del justo;
Mas el corazón de los impíos es como nada.
Los labios del justo apacientan a muchos.
Mas los necios mueren por falta de entendimiento.
La boca del justo producirá sabiduría;
Mas la lengua perversa será cortada.
Mas la boca de los impíos habla perversidades.
Los labios del justo saben hablar lo que agrada.”
Por supuesto que nuestros labios tienen la potencialidad de afectar nuestro destino y llevarnos a una vida miserable. El necio de labios, dice Proverbios, será castigado. Cuanto más hablamos, más probable es que nos extraviemos por el camino de los chismes y la difamación.
Difamar es divulgar información falsa y dañina acerca de otra persona como si fuera verdad. Sólo un necio hace eso, porque tarde o temprano la verdad sale a la luz y el difamador será desacreditado y castigado.
El chisme, que es difundir rumores o información de naturaleza intima, personal o sensacional, al fin destruye las amistades y causa fricciones. “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos. El hombre malo lisonjea a su prójimo, y le hace andar por camino no bueno.” (Proverbios 16:28-29).
Sin embargo, una persona prudente, habla con sobriedad. La lengua bien usada puede nutrir o alimentar a los demás. Un consejo, un cumplido o una palabra de aliento y ánimo pueden iluminar la perspectiva de alguien o a motivar a una persona a perseguir un sueño. Difundir la palabra de Dios es otro uso vivificador de la lengua. Nuestra lengua no sólo afecta nuestro futuro; puede también cambiar el destino de los que bendecimos o maldecimos.
Es por eso que Proverbios nos advierte que debemos cuidar nuestras palabras. Es prudente la persona que refrena su deseo de decir todo lo que piensa. “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido.” (Proverbios 17:28).
Por: Enrique Jiménez Díaz
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